Sin embargo, hoy por hoy, y entre las nuevas tiendecitas
con los famosos “cupckakes” en el escaparate, que no entran en este mi relato y que ya aburren, lo
mas chic de Madrid en pastelerías quizás sean “Mallorca” y “Embassy”, ambas aunque con
decoración moderna conservan cierta solera y los precios por encima de la
media, pero un gusto es un gusto si quieres hacer el esfuerzo y rascarte el
bolsillo. Si tu standard de calidad es de lo mejorcito o quieres hacer una
excepción, tomate un té en el RITZ, o en el Palace. La experiencia vale la pena
y se paga como tal.
Las tiendas de la cadena “Mallorca” son grandes y tienen
de todo: refinada bollería, canapés, pasteles, panecillos, delicatessen varias
pero sus torteles rellenos de pasta de almendra son de lo mejorcito hasta el
punto de hacerme olvidar por un momento mi anhelado croissant.
“Embassy”, solo hay uno, en la esquina de Ayala con la
Castellana y lleva allí, uf, desde la guerra civil o antes. Tiene fama de ser centro de reunión de los espías de ambos bandos que pululaban por Madrid durante la segunda
guerra mundial. Tiene un salón de té estilo inglés donde sirven sándwiches de
pepino y “scones” y suele estar lleno de señoras del barrio de Salamanca, al
menos lo estaba antes de la crisis pero no, hoy no he venido por un ataque
súbito de anglofilia. En caso de que me diera, podría acercarme a “Living in
London”, decorado mas al estilo Laura Ashley (cretonas y flores) agradable pero
un poco estrecho y lleno de gente por lo general (idem respecto a lo de la
crisis)
No puedo remediarlo. A estas alturas hecho de menos
salones como “Angeline” o”La Durée” en Paris. Finos, elegantes y con unos
pasteles de morirse solo con verlos de puro apetecibles y bonitos. Lo de la
tarta Sacher y el “apfelstrudel”
mientras escuchas un vals de los cafés de Viena prefiero no mencionarlo.
En Madrid tampoco hay tradición de bombonerías como las
de Bruselas, una tentación para mis sentidos, con las que te topas en cualquier
esquina. Son sitios minúsculos a veces pero a rebosar de “pralinés”, como los
llaman allí. Bombonerías… pues aquí tenemos “Santa”, y son tan grandes como
piedras. En sus tiempos estuvo “Juncal” (Calle Recoletos) desaparecida hace
mucho. Nuevas hay alguna, como “Xocoa” pero ya nada es igual. Bueno, sí, nos
queda “La pajarita” que de “Puerta del Sol 6” se ha ido a la calle Villanueva
donde venden aún sus famosos caramelos cuadrados y planos en papel blanco con el anagrama de dibujitos
como si fuera un jeroglífico. También queda “La Violeta” en la plaza de Canalejas
y sus caramelos en forma de flor morada.
De toda la vida está en la calle Toledo la tienda
“Caramelos Paco”. Si buscas glamour no vayas porque la tienda es mas bien
tirando a cutre pero está llena a rebosar de caramelos de todo tipo, tamaño y
condición que venden si lo quieres, en enormes paquetes, muñecos de azúcar en un montón de formas, además de chupetes,
pirulís, biberones de anises y mil cosas más.
Me niego a volver a casa sin mi croissant perfecto.
Podría cambiarlo por unos churros, como los de la Chocolatería de San
Ginés, Valor o simplemente, la cafetería Nebraska, pero no, mira tú que
casualidad el “croissant casi perfecto” aparece cuando menos te lo esperas: los
de un sitio nada glamoroso en la calle Bravo Murillo arriba los recuerdan un
poco (3 por 1,50) y los tienen hasta integrales, en “Moulin Chocolat”, en plena calle de Alcalá
frente al Retiro, te cobran 2 euros por uno que bueno, si te quieres gastar el dinero pues… aunque a fuer de ser sinceros, también en Granier (ahora por todo madrid como setas) los tienen a 1,50 euros 3, o en un sitio nuevo que imita al pain Quotidien en la calle Atocha al mismo precio. Hasta Lidel en su tahona te da un par de ellos por 0,60 (eso si que es romper precios) y no están nada mal. No es lo mismo, pero un croissanmt siempre será un croissant.
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