Los autobuses de Madrid son como el fantástico mundo de Oz por las cosas que ocurren y el variado tipo de gentes que lo pueblan.
Súbete a uno. Lo primero que sorprende es que lo incómodos que son, especialmente los modelos nuevos; menos mal que aun quedan unos pocos de los de asiento rojo, que tienen mas plazas sentadas, porque a los azules, con eso de dejar espacio para carritos de bebé, les han quitado dos filas, y el resto, unos están muy altos, otros muy bajos. La fila del final es muy, pero que muy estrecha y ni pensar que te quepan las bolsas que llevas; si vas en el del medio corres el riesgo de salir disparada con un frenazo. Pobre de ti como vayas en los de 4, dos mirando a un lado y dos a otro, chocando rodillas y con riesgo de irte contra el de enfrente. Como no le gustan a nadie, suelen estar vacíos casi siempre, pero es que son lo peor de la incomodidad.
Los autobuses van siempre llenos de viejos, (llenos no, mas bien a rebosar, sea la hora que sea, pero sobre todo por las mañanas) que se dedican a hacer sus recorridos sin importar si andan bien, andan con muleta o con bastón, con lo que sea... Van al médico cargados con esas bolsas incómodas de radiografías o con bolsas de plástico llenas de la compra. Vivan donde vivan sienten especial predileción por ir hasta El Corte Inglés. No tienen nada que hacer pero siempre tienen prisa. Salen temprano y vuelven a casa temprano, ponen cara de disgusto si se suben hacia la mitad del recorrido y va lleno, si están libres los reservados para ellos no los querrán, sobre todo si van contra el sentido de la marcha. Si les ofreces tu sitio y no es el que les gusta, jamás se sentarán en él, y te mirarán con odio si resulta que vas sentado en el que ellos prefieren sentarse y no se lo ofreces.
En invierno tienen frío y cierran ventanas aunque los demás vayamos asándonos a fuego lento, y en verano, pues también, por la refrigeración, así que las abren para que entre el calorcillo de fuera.
Al asiento que queda junto a la ventanilla le ponen mil pegas, que si da el sol, que si cae el aire (es verdad, a saco) que si no pueden entrar, que si tienen que salir... Se sientan siempre en el del pasillo y no lo ceden ni a su madre... Una vez vi a una señora que no se movió por más que una impedida, coja y con muleta, se lo pidió, diciendo que le resultaba imposible pasar...y era verdad.
No son los únicos. Por lo general, el autobús tiene copados los asientos de pasillo impidiendo muchas veces que los que van juntos se sienten juntos y sin importar si tu viajas para una o dos paradas y ellos para muchas mas. En cuanto alguien se baja, hay baile de sitios, parece el juego de las sillas mágicas, y todos se cambian a otro: al que mas se acerca a su sitio preferido; el dentro al de fuera, el de dos a uno solo, los de atrás al de delante... Los primeros en quedar de nuevo libres son los de 4 y la final final... ya he dicho que son los que odia la gente. Bueno, los odiamos. Sin embargo adoramos los pocos que quedan ya para uno solo. Son los mas solicitados. Y no solo eso, sino que que en cada nuevo modelo de autobús menos asientos de esos hay porque en algunos modelos se han cargado hasta cuatro filas, lo juro. Lo de las maletas tiene también su aquel, puesto que la gente lleva por lo general enormes maletones que coloca en mitad del pasillo sin ningún rubor y debes arreglártelas como puedes para pasar... sin embargo tengo la guerra declarada a las mochilas porque la gente no se acuerda de lo que lleva a la espalda y te pega cada trastazo en plena cara o donde pille que ni te cuento.
Mientras esperan en la parada, la gente mayor suele colarse de todas, todas; aunque lleguen los últimos siempre intentarán pasar por delante de quien sea, a veces mientiendo descaradamente con el "yo estaba antes" que es mentira podrida, dando codazos, haciendo muro (los viejos hombres) para dejar pasar a la parienta. También es muy habitual en las señoras, salir repentinamente de detrás de la marquesina cuando llega el que van a coger, como si llevaran esperando una eternidad, pero han llegado después que tú. Se las ve el plumero.
Otra curiosidad son las horas: trabajadores, viejos, y niños que van al colegio, funcionarios que salen, trabajadores de los que se han llevado la bolsa de tupers, obreros cargando con la bolsa de deportes, limpiadoras, jovencitos que salen de marcha, etc se suceden según las horas del día.
El metro es otra cosa de la que posiblemente hable en algún momento. de momento, el autobús tiene la ventaja de que ves el paisaje y... NO HAY MUSICOS AMBULANTES. Algo es algo.
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