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Yo, tomando el sol, fuera del Museo |
LA MAJA SE QUEJA
MUSEO
DEL PRADO
Sí, lo sé soy una celebridad y vienen a verme
desde muy lejos pero… ¿de verdad creéis que es divertido ser un personaje
conocido y vivir en la galería principal de uno de los museos más conocidos y
visitados del mundo rodeada de otras celebridades, todas compitiendo por un
poco de atención? ¿De verdad es eso lo que lo creéis?
Pensaréis, ¿de qué se queja esta, con la vida
que lleva? Pasar el día entero sin hacer nada más que recostarse sobre un
montón de almohadones y ser admirada por la gente que pasa… Os lo digo yo… no
es agradable en absoluto. Para nada. Es uno de los empleos más aburridos de la
tierra. No se puede salir cuando hace bueno para dar una vuelta por Huertas o
por el Retiro que queda aquí detrás. Tampoco
puedes ir a ver a los colegas del Reina Sofía (aunque estos suelen ser tan
modernos que no los entiendo) o del Tyssen, que está nada más que cruzando la
calle. Tampoco puedes largarte a las rebajas del Corte Inglés. Sí, cuando el museo está cerrado
podría ir a visitar a los majos que juegan a la gallina ciega o tomarme un
vinito a la pradera de San Isidro pero ¿así, tal cual, en pelota picada? No me
siento cómoda, la verdad.
Además, siempre estás rodeada de los mismos
vecinos, nos conocemos demasiado y ya nos lo hemos dicho todo. Tenemos nuestros
resentimientos y luchas internas los unos con los otros. A quien de verdad
detesto es a mi gemela, la maja vestida. ¿Por qué ella esa vestida y yo no, eh?
¿Por qué señor de Goya y Lucientes? ¿Qué le he hecho yo para mecer tan cruel
destino? Todo el mundo cuenta cosas de mí, lo sé, y hay comentarios muy, pero
que muy maliciosos. La gente, que tiene muy mala idea.
También están los que te miran de modo
lascivo y que te critican “Cari, después de todo lo que dicen de ella pensé que
estaría mucho más buena” decía el otro día una señora gorda a su calvo marido.
O “su cuerpo no es para lanzar fuegos artificiales, ¿no?” decía una chica
joven, de las que ahora llaman un pibón, a lo que su novio respondió: “Yo
prefiero cien veces el tuyo, bonita”. ¡Mierda! Incluso he oído una crítica de
uno con aires de gafapasta que decía que mi cuerpo no se corresponde con mi
cara. ¡Menuda idiotez! ¿Qué es lo que toda esta peña hace por aquí? ¿Criticar
al personal? ¿No tienen nada mejor que hacer? Claro, como el domingo por la
tarde la visita es gratis… pues ala, a
ver a una servidora.
De lo que no quiero ni hablar es
de las explicaciones que dan de los guías a gente tan poco interesada y tan
cansada que mientras ponen cara de atender en lo que piensan es en sentarse en
una terraza y tomarse una birra. De las
noches mejor no os cuento; esto parece una corrala de Lavapiés: ruidos por aquí,
gritos por allá… Lo más molestos son los cascos de los caballos de la sala de
Velázquez, así no hay quien se relaje…
“La familia de Carlos IV” no hay noche que no tenga una bronca montada y
los de “Los fusilamientos del 2 de mayo” pues venga a disparar. Sin embargo,
cuando he osado rellenar el cuestionario C5, el de las quejas, (después de todo
no soy más que una funcionaria, así que aparte de haberme recortado el sueldo
no tendré paga extra de navidad este año) se me dice que me quejo de vicio
porque no tengo nada mejor que hacer. Aquí no saben lo que es eso de la
libertad de expresión, que va. ¿Y habláis de Austwichz? El Museo del Prado es
aun peor, os lo digo yo, así que estoy pensando declararme en huelga un día de
estos con “Las tres gracias” de Rubens las de la sala de pintura italiana
porque aquí, en este edificio, las corrientes de aire no tenéis ni idea de lo
que pueden llegar a ser. Cualquier día nos cogemos una pulmonía y ya sabéis,
como está lo de la Seguridad Social. No hace falta que yo os lo diga.
Ya que estamos en la hora de las quejas os
voy a confesar otra de mis grandes penas… no puedo cambiar de expresión, así,
como os lo cuento, por lo que tengo que estar horas y horas manteniendo esta
media sonrisa complaciente de idiota.
Pero yo también tengo mis secretos y me apetece
comentar uno con vosotros… sí, estoy enamorada, aquí se siente una tan sola que
me apetece pasar un rato agradable. Claro, queréis saber quién es el
afortunado, pero eso me lo guardo que luego todas estas cotillas hablan mal,
sin embargo voy a daros una pista, es moreno y va envuelto en una capa… y
además aprovecho par deciros otra cosa de una vez por todas, señoras y señores:
No estoy embarazada, que va ni mucho menos, eso es algo que alguna que me
quiere mal ha dejado caer y el rumor se ha extendido por todas las salas, pero
no. A pesar de que trabajo desnuda soy una dama decente. El rumor surgió de
alguna que me la tiene jurada y fue con el cuento a la reina MarÍa Luisa, de
“La familia De Carlos IV”, que será una reina, pero también una portera.
Cualquier cosa de la que ella se entera se propaga por el museo como la pólvora.
Ahora
ya me vais conociendo, así que… ¡oh no! Se acabó el relax. Ya llegan los japonenses,
los primeros, como siempre, y eso que hoy llegan dos minutos tarde, por lo que
supongo debe haber atasco en el Paseo del Prado, o en Atocha. Lo siento, pero
me quedan muchas horas de curro, así
que, encantada de haberles conocido, y gracias por haberme escuchado. Si alguna
vez vienen a Madrid y quieren dar una vuelta para presumir de cultos, pues
vengan a verme, yo estoy aquí siempre, en el Museo del Prado.
No hay pérdida. Pregunten por la Maja Desnuda.![]() |
Yo y Don Francisco, mi creador |
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La casa donde vivo, por si me quereis visitar |