Cuando voy al centro no puedo
por menos que recordar cómo eran muchas de las tiendas por las que paso, y no hace tanto tiempo.
Tiendas que habían sido de toda la vida han desaparecido por completo y ahora
hay… otra cosa que antes no había como tiendas de recuerdos, de chinos o donde tomar algo rápido. Algunas (pocas) se conservan y espero que por muchos años.
La que más echo de menos es Galerías Preciados, ahora la Fnac, en Callao, que fue la primera cafetería en una planta
alta a la me llevaba mi abuela. Luego cogió el edificio del hotel Florida también
en Callao y que ahora es el Corte Inglés. Lo mismo vale para el edificio de Goya,
creo recordar un antiguo colegio.
De mi antiguo barrio recuerdo
la librería Aguilar en la esquina de Serrano y Jorge Juan, que luego fue Crisol,
las Mantequerías Lyonesas, en Serrano con Goya, Hesperia, pastelería en la
calle Goya o las Hermanos Rodriguez, en la esquina de Velázquez junto a mi colegio y que
aún nos hace salivar recordar su olor a bollo cuando me reúno con antiguas
compañeras.
El mercado de La Paz, era un
mercado de lo más vulgar, de los de compra diaria, y no gourmet, debajo de mi
casa estaban las muñecas mariquita Pérez y un poco más allá, en la esquina de
Villanueva, las perfumería Alvarez Gómez.
Como no, recuerdo las cafeterías
California, sobre todo la que quedaba entre Claudio Coello y Lagasca, las Ilsa-Frigo,
especialmente la de Marqués de Valdeiglesias, ambas favoritas de mi abuela,
donde me llevaba a merendar tortitas y batidos, nada que ver con “Dólar, cafetería americana” con
abundancia de guiris es su terraza en el cruce de Alcalá y Gran Vía.
De mi barrio no puedo
olvidarme de los almacenes que Celso Garcia puso en Serrano esquina con Ayala y
que acabo convertida en mi favorita: un Marks and Spencer que me tuvo al borde
de la ruina unos cuantos años y ha acabado siento un Corte Inglés de moda masculina en el que nunca hay nadie, por mucho qye pusieran un Diverxo en la última planta..
Más modernas fueron las “Coronel
Tapioca” de las que ya no quedan restos, pero fueron durante años referente
para viajero en grupo organizado que presumían de intrépidos.
Vuelvo al centro… a los
caramelos de La Pajarita (Puerta del Sol, 6) ahora en la calle Villanueva, que
ya no tiene nada que ver con aquella, las lanas del Gato Negro, el señor gordo
en camiseta y pantalones interiores de algodón
blanco de La Camerana, o una tienda que tenía telas para hábitos (sí, entonces
había gente que vestía “hábito”, como los de las estatuas religiosas y creo
recordar estaban en la calle Postas o La Sal, donde solo queda la Antigua
Relojería, o las feas ortopedias de la calle Carretas, que daban yuyu…
Ni mi antiguo bario ni el
centro, son ya lo que eran.