lunes, 24 de diciembre de 2018

Tiendas que ya no están




Cuando voy al centro no puedo por menos que recordar cómo eran muchas de las tiendas por las que paso, y no hace tanto tiempo. Tiendas que habían sido de toda la vida han desaparecido por completo y ahora hay… otra cosa que antes no había como tiendas de recuerdos, de chinos o donde tomar algo rápido. Algunas (pocas) se conservan y espero que por muchos años.
La que más echo de menos es Galerías Preciados, ahora la Fnac, en Callao, que fue la primera cafetería en una planta alta a la me llevaba mi abuela. Luego cogió el edificio del hotel Florida también en Callao y que ahora es el Corte Inglés. Lo mismo vale para el edificio de Goya, creo recordar un antiguo colegio.
De mi antiguo barrio recuerdo la librería Aguilar en la esquina de Serrano y Jorge Juan, que luego fue Crisol, las Mantequerías Lyonesas, en Serrano con Goya, Hesperia, pastelería en la calle Goya o las Hermanos Rodriguez, en la esquina de Velázquez junto a mi colegio y que aún nos hace salivar recordar su olor a bollo cuando me reúno con antiguas compañeras.
El mercado de La Paz, era un mercado de lo más vulgar, de los de compra diaria, y no gourmet, debajo de mi casa estaban las muñecas mariquita Pérez y un poco más allá, en la esquina de Villanueva, las perfumería Alvarez Gómez.
Como no, recuerdo las cafeterías California, sobre todo la que quedaba entre Claudio Coello y Lagasca, las Ilsa-Frigo, especialmente la de Marqués de Valdeiglesias, ambas favoritas de mi abuela, donde me llevaba a merendar tortitas y batidos, nada que ver con “Dólar, cafetería americana” con abundancia de guiris es su terraza en el cruce de Alcalá y Gran Vía.
De mi barrio no puedo olvidarme de los almacenes que Celso Garcia puso en Serrano esquina con Ayala y que acabo convertida en mi favorita: un Marks and Spencer que me tuvo al borde de la ruina unos cuantos años y ha acabado siento un Corte Inglés de moda masculina en el que nunca hay nadie, por mucho qye pusieran un Diverxo en la última planta..
Más modernas fueron las “Coronel Tapioca” de las que ya no quedan restos, pero fueron durante años referente para viajero en grupo organizado que presumían de intrépidos.
Vuelvo al centro… a los caramelos de La Pajarita (Puerta del Sol, 6) ahora en la calle Villanueva, que ya no tiene nada que ver con aquella, las lanas del Gato Negro, el señor gordo en camiseta y pantalones  interiores de algodón blanco de La Camerana, o una tienda que tenía telas para hábitos (sí, entonces había gente que vestía “hábito”, como los de las estatuas religiosas y creo recordar estaban en la calle Postas o La Sal, donde solo queda la Antigua Relojería, o las feas ortopedias de la calle Carretas, que daban yuyu…
Ni mi antiguo bario ni el centro, son ya lo que eran.